Patrioterías
El Libro
Qué fácil es regresar los ojos al pasado cuando no tenemos bien claro lo que queremos para nuestro futuro. Hay días, como el sábado, que me siento sola y sueño con que todo se puede arreglar, pero cuando no depende solamente de mi, no hay mucho que pueda hacer.
Cuando estaba en “Siempre nublado” luché mucho por sacar a flote una relación que estaba completamente perdiéndose por la falta de interés de mi pareja. Yo luché mucho, como mi madre y mis hermanas me enseñaron. El matrimonio es para toda la vida y cuando sientes que puedes dar más, lo das sin medirte y si crees que hay algo que salvar, luchas con uñas y dientes.
Pero, ¿qué hacer cuando la otra persona ya se dio por vencida?
Pues nada.
Alguna vez leí un dicho que me gustó mucho, decía: “Cuando no se puede ya cambiar de página, hay que cambiar de libro”.
Aun hay días que no puedo ser tan fuerte y que me mueve escuchar que mi expareja está triste y solo. Cuando oigo que me dice que me ama y que me extraña, quisiera cortar la larga distancia que nos separa, pero los kilómetros no hacen la distancia. La hacen las acciones.
Podría tomarlo de vuelta si tan solo él reconociera su problema y buscara una solución, pero parece no quiere, tal vez no puede. Y yo no puedo seguir esperando por él cuando la vida es tan corta y hay tantas cosas maravillosas por las que vale la pena vivir.
Me mueve, me entristece, me hace llorar por algunos días, pero hay algo en mí que me mueve mucho más fuertemente: quiero hacer millones de cosas. Tengo muchos sueños, metas y ambiciones y no quiero volver a detenerme por nadie.
Recién llegada a México, busqué respuestas y empecé a ir a Al anon. Me gustó mucho la filosofía y cómo Dios se manifestaba en las palabras de mis compañeras, pero no es mi lugar tampoco. Yo no quiero seguir comprendiendo una enfermedad que nos ha afectado tanto como familia, ni tener lástima por alguien que no quiere tener una vida mejor.
Aun así siento que Al anon me ayudó a desprenderme de la culpa por haber partido y haber regresado a mi. Me ayudó también a comprender que aún cuando el alcoholismo es una terrible enfermedad que no tiene cura, si existe una solución que se da día por día. Sin embargo, tontamente pensé que si yo cambiaba y lo comprendía mejor, mi pareja iba a cambiar también. Tal vez en algunos casos se pueda dar, pero nosotros estamos tan lejos tanto en kilómetros como en ambiciones, metas y forma de vida.
A veces, lo envidio un poco, porque él puede evadirse de alguna manera, pero cuando oigo su voz, su tristeza y su falta de esperanza, me doy cuenta de que estamos en momentos y lugares tan diferentes.
Yo estoy rodeada de amor y la atención de mis hijas que me necesitan y me dan muchísimos momentos de felicidad. Yo no estoy sola, aun cuando me siento así muchas veces.
La vida se va acomodando tanto como tú se lo permitas y hoy estoy dejando que ella se acomode y me de maravillosas sorpresas. No todo es perfecto, ni buenísimo, pero día a día me voy recobrando a mí misma y encuentro que soy genial. Tengo muchas virtudes, fortalezas y también defectos que me hacen ser una persona completa e interesante.
Quisiera que él encontrara su camino, pero no depende de mi. Solo mi vida y la de mis hijas, que mientras sean pequeñas, también dependen de mi.
Extraño sus dulces palabras que cada vez son menos frecuentes. Extraño su voz alegre, su risa y su piel deliciosa, pero la vida sigue corriendo y el libro no ha dejado de escribirse, pero ya no es el mismo.
El fin de semana, él me decía que nunca iba a ser lo mismo entre nosotros. Eso espero porque yo no soy la misma, ni él es el mismo. Éste es otro libro, con otro cuento diferente que tal vez nos toca escribir separados. Tal vez serán dos libros diferentes con historias individuales que solo colindarán en nuestra hija.
Espero que estos nuevos libros sean de esos con finales felices donde la princesa vive feliz para siempre.
Me identifico en esta historia grasias