Las pastillas de la felicidad

Patrioterías.

Las pastillas de la felicidad por Laura Zita

Si el dinero lo compra todo, ¿también comprará la felicidad? Si es así, yo creo que viene en forma de zapatos y está perfumado con ese maravilloso olor “a nuevo” que le ponen a todos los productos para que cuando abras la caja llene todo el ambiente y nos haga creer que el bienestar cuesta una cierta cantidad de dinero y viene envuelta para regalo.

Ya sé que me vas a decir que la felicidad es gratis, no cuesta y que de lo que yo estoy hablando es consumismo. Y estoy totalmente de acuerdo, no solo es consumismo, sino también sumisión.

“Creo que soy feliz porque tengo todo lo que el vecino tiene. Inclusive soy más feliz porque yo ya le pude hacer un tercer piso a mi casa”. ¿Lo necesito? No, realmente, pero en mi lucha por competir y ganar: yo ya gané un tercer piso.

Nunca he pensado que la felicidad está en el dinero, sin embargo creo que la infelicidad si se encuentra en la falta del mismo. No es lo mismo llorar en el piso de una calle sucia que llorar en un Rolls Royce…

La felicidad no es solo tener, igual que soledad no es solo estar solo.

La infelicidad tampoco es la falta de…

Hace algunos años, cuando empecé a darme cuenta de mi propia infelicidad salieron en el cine dos películas sobre este tema. “Melancolía”, que habla de una mujer que está a punto de casarse mientras un asteroide se acerca a la Tierra para destruirla y “Verónica decide morir” donde una mujer aun cuando parece tenerlo todo, no siente el placer de vivir y prefiere morir.

La depresión es como un gran perro negro… Si vieron el video me van a entender a la perfección, sino aquí les dejo el link para que lo vean.

La infelicidad no es depresión ni la depresión es falta de felicidad. Es algo mucho más complejo que a veces se va cociendo en la profundidad de la mente y no permite, a quien la padece, disfrutar de nada.

Aquí es donde entran las pastillas de la felicidad: los antidepresivos.

Crecí viendo a gente deprimida a mí alrededor y crecí pensando que así era la vida. Muchas veces fui asquerosamente feliz y vi cómo las caras de mi familia y amigos se entristecían y me auguraban sin mala intención un: no dudará.

No me enfada que la gente no viva en mi burbuja, porque cuando soy feliz, es más que eso. Es una euforia casi apocalíptica que me hace flotar de nube en nube sin poder escuchar ni ver a nadie más.

Sin embargo, cuando estoy triste todo me importa. Escucho a cada pesimista a mí alrededor, leo más de la cuenta las señales y me hundo profundamente en el abismo de la tristeza y el dolor de no poder comprenderme ni a mí misma.

Por muchos años, pensé que eso no era normal y que posiblemente iba más allá de un solo: “estoy triste o feliz”. Porque aunque me han pasado un madral de cosas en últimos años, también he tenido muy buenos momentos que no he podido disfrutar por mi perro negro (depresión).

Y así, un día busqué otro tipo de solución y encontré las pastillas de la felicidad que si bien no me hacen sentir feliz ni eufórica, me han dado silencio para poder pensar en una sola cosa a la vez sin sentir que tengo un baterista tocando a destiempo dentro de mi cabeza.

Antes, no me gustaba tomar ni una aspirina, pero ahorita necesitaba calmar mi pensamiento caótico y mis ganas interminables de llorar y meterme en la cama a dormir por días. Las pastillas están haciendo su efecto y cada día me siento mejor. Más clara, más tranquila, más paciente y con nuevas ganas de hacer y deshacer.

¿La felicidad viene en pastillas? no, pero a veces hay que buscar una solución un poco más fuerte para salir de nuestra infelicidad.

vía [PATRIOTERÍAS] Las pastillas de la felicidad – LETRA FRÍA – Las noticias como son –.

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