Azul por Laura Zita

Patrioterías

Nadie me dijo que tener hijos iba a convertir mis días de 24 horas a 30, 40, 50… o al menos así se siente a veces. Amo cómo la gente romantiza el “sacrificio de una madre”: ¡Mis polainas! diría mi abuelo militar y revolucionario.

Todos los días trato de robarme unos minutos para mí. A veces, son muchos. A veces solo lo que dura un cigarro, que fumo lentamente para disfrutar todos sus beneficios relajantes.
Hay días en los que parezco propulsada por combustible de aviones y tengo la fuerza de mil leones… generalmente al otro día me baja.

¡Ah maldito periodo que me engaña! Me siento la súper mujer y saz. Al otro día, apenas me puedo mover por los cólicos y el malestar en general.

Para los hombres que no saben, ni sabrán, qué se siente, les contaré que es como tener una gripa fuerte que te corta el cuerpo y los retortijones que dan cuando uno tiene una fuerte infección estomacal. Y no estoy exagerando.

Creo que lo peor que puedes hacer siendo mujer es resistirte. De todas maneras, llegará cada mes, en el mejor de los casos, y es preferible estar preparada, respirar profundo y recordar que cada menstruación es el regalo de la vida. Nuestra posibilidad de procrearnos y el recuerdo de dónde venimos.

Aun me pasa que días antes del periodo me siento como apaleada. Luego viene el golpe de energía y a continuación la sangre. Para mí, este último paso generalmente me hace sentir liberada aun cuando venga con algunos cólicos malditos. Siento como si mi cuerpo se liberara de tensiones y se abriera a un nuevo ciclo. Una renovación cada mes.

Las mujeres tenemos este regalo de la vida que nos hace renovar una parte de nuestro cuerpo cada 28 días. ¡Es fabuloso!

Lo que menos me gusta es que esos días es que mi olfato se vuelve más perspicaz que el de un sabueso. Huelo lo que cocinan mis vecinos, el perfume del que pasa junto a mí, la coladera del patio, etc. Y por supuesto, la sangre. Por esa razón, prefiero los tampones para no sentirme asqueada todo el tiempo.

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Sin embargo, trato de dar gracias cada mes por mi renovación, ya que sé bien que no dura para siempre y aunque estoy lejos de la menopausia, todo comienza a cambiar con ella.

Menos toallas, menos miedo a quedar embarazada, pero también vienen cambios en general. Sin las hormonas que generan el periodo también viene la resequedad, los calores y los cambios de humor. Preferiría tener periodo por el resto de mi vida, pero tampoco creo que pelearé con la menopausia. Es una batalla perdida. Cuando llegue, mejor la abrazaré como la liberación final.

Y pues me volveré cliente de las cremas y los lubricantes.

No planeaba hablar de la menstruación, pero de alguna manera siento que es un tema aun tabú. Hace algunas semanas, leí un artículo de una deportista que en una competencia no le fue muy bien y alegó que estaba en “sus días” y la comunidad deportiva la tiró de loca.

Los comerciales de toallas siguen presentando compresas con tinta azul.
¿Quién tiene periodos azules? ¿Pitufina?

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La mitad de la población del mundo tiene periodo y sigue siendo tabú. Cuando se te vuelca la bolsa y sale volando tu toalla o peor aún los tampones, recibirás el mal de ojo de quienes te rodean como si le dijeras al mundo: “Si, tengo periodo”. Es verdaderamente cómico y absurdo.

Decían también en ese artículo que si los hombres fueran los que tuvieran periodo hasta el día les darían en el trabajo y los comentaristas de deportes incluirían una gráfica de desempeño de “esos días”.
Bueno, pues solo para aclarar: sí, todas las mujeres tienen periodo, somos la mitad de la población mundial y no sangramos azul.

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