Impotencia por Laura Zita

Patrioterías / Impotencia

 

Muero de la impotencia.

¿Cuándo los problemas de mis seres queridos me empezaron a afectar tanto? No quiero decir que antes no pusiera atención a mi familia, de hecho hasta me sentía muy orgullosa de poder ayudarlos en situaciones difíciles. Siempre logré tener el tiempo, la paciencia y la dedicación para poder responder a las llamadas de mis hermanas, de mis amigas y de mis padres.

Pero en este momento lo que me tiene jodida, son los más cercanos a mi. Y en este caso, no encuentro como ayudarlos porque no están pidiendo mi ayuda, solo me siento arrastrada por el torbellino de sus decisiones. Decisiones que me afectan y me hacen sentir que estoy al borde del amor y la locura.

Dicen que no puedes ayudar a quien no lo pide. Eso lo entiendo claramente y por esa razón estoy en México y no en “Siempre nublado”. Pero me traje un gran problema, que vivo a diario y dejé otro que llama de vez en cuando para recordarme que no lo puedo olvidar.

Ya sé, en este momento pensarás que es muy fácil y que tal vez solo sea necesario ya no contestar el teléfono. Lo he intentado y es peor aún. Se desata la guerra y la persecución. He intentado todo y solo logro sentirme ahogada en sus ofensas, sus reclamos y miles de mensajes en donde enumera cada uno de mis defectos con detalle.

violencia_verbal 2Soy más fuerte de lo que yo misma quisiera y sé bien que son las palabras de un enfermo, de cualquier manera eso no mejora las cosas. Sigo recibiendo la furia de sus palabras, sus miles de llamadas que me hacen querer aventar el teléfono a la basura y desaparecer para siempre.

Aprendí un poco de cuando fui a Al anon, pero es un esfuerzo tan grande que me agota sin ver ningún resultado. Ya perdí la esperanza de su recuperación porque no la desea. Parece que es más sencillo seguir sufriendo. Porque a pesar de que me desespera y termino gritándole de regreso, sé bien que quien más sufre es él.

Le doy un poco de gusto y de amor solo para calmar su sed, pero definitivamente cada día siento menos compasión y menos deseos de verlo. Me siento culpable por no amarlo como él requiere o tanto como él dice que me ama a mí. Sin embargo, no es verdad y también lo sé. Es tan adicto al alcohol como lo es a mí.

Muchas veces pienso que si algún día dejara de tomar, casi por seguro también dejaría de perseguirme. Eso me hace sentir tranquila y un poco triste. Y me hace pensar en cómo llegamos a confundir el amor con la obsesión y la necesidad de control de otro.

Cuando lo conocí, yo me sentía muy sola. Acababa de terminar una relación poco satisfactoria con un final espantoso. Me sentía triste y andaba por la vida sin sentir. Casi inmediatamente sentí la conexión y después de un acto de “caballero con armadura blanca”. Pensé que al fin había encontrado al amor de mi vida y me aferré fuertemente a mis sueños de niña. En esos meses, mi padre enfermó y volqué todas mis ilusiones en él. No quería vivir lo que estaba viviendo y las cartas de mi amado me llenaban de esperanza en una mejor realidad.

Finalmente, mi papá murió. Y de verdad creí que Dios me había enviado a este hombre para ser mi pareja y llenar este enorme vacío que sentía. Mi hombre me amaba locamente, quería saber de mi, saber de mi vida, pero sobre todo me contaba las historias más intimas de su vida. Eso me hacía sentir conectada íntimamente a él, pero no me di cuenta entonces que solo él hablaba y que casi siempre sus historias eran tristes y melancólicas. Hablaba de sus perdidas y de cómo era maravilloso también haberme encontrado y me hizo creer que bebía porque se sentía solo.

Entonces ahí entró la “Laura salvadora” que podía dejar todo para poder estar con él y que él dejaría de sentirse solo y dejaría de tomar. No fue verdad.

Ya instalada en “Siempre nublado” me volví una carga, una molestia, una vocecilla que le juzgaba constantemente y terminó por odiarme. Y por último, por dejarme. Lo peor no es el abandono en sí, sino el sentirte despreciado.

soledad_-_nicolas_p__rougierPasaba tanto tiempo sola en ese frío departamento que yo también me enfermé de ansiedad y rechazo. Lloré tanto que no sé como no inundé “Siempre nublado”.

Nada parecía hacerlo feliz, no importaba cuanto me esforzaba. Nunca me había sentido tan sola y rechazada. Finalmente, todo explotó y regresé con mis hijas.

No hemos encontrado aún la paz. Toda esta experiencia, nos ha roto y hay de volver a levantarse y reconstruirse. Mis hijas también están afectadas con la mala experiencia. Y el ambiente aún no está libre de tanto dolor y violencia.

Cada día es mejor, pero me sigue afectando su dolor, tristeza y desesperación porque parece que yo soy la única culpable. No es verdad. Lo sé, pero estoy aprendiendo poco a poco y con mucha lectura a repeler los ataques y no contraatacar.

Este nuevo año es para mí y mis chicas para replantear la vida, reconstruirse y no repetir patrones que no benefician a nadie. Así que a sacudirse y andar… aún con esta impotencia.

El Libro por Laura Zita

Patrioterías

El Libro

Qué fácil es regresar los ojos al pasado cuando no tenemos bien claro lo que queremos para nuestro futuro. Hay días, como el sábado, que me siento sola y sueño con que todo se puede arreglar, pero cuando no depende solamente de mi, no hay mucho que pueda hacer.

Cuando estaba en “Siempre nublado” luché mucho por sacar a flote una relación que estaba completamente perdiéndose por la falta de interés de mi pareja. Yo luché mucho, como mi madre y mis hermanas me enseñaron. El matrimonio es para toda la vida y cuando sientes que puedes dar más, lo das sin medirte y si crees que hay algo que salvar, luchas con uñas y dientes.

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Pero, ¿qué hacer cuando la otra persona ya se dio por vencida?

Pues nada.

Alguna vez leí un dicho que me gustó mucho, decía: “Cuando no se puede ya cambiar de página, hay que cambiar de libro”.

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Aun hay días que no puedo ser tan fuerte y que me mueve escuchar que mi expareja está triste y solo. Cuando oigo que me dice que me ama y que me extraña, quisiera cortar la larga distancia que nos separa, pero los kilómetros no hacen la distancia. La hacen las acciones.

Podría tomarlo de vuelta si tan solo él reconociera su problema y buscara una solución, pero parece no quiere, tal vez no puede. Y yo no puedo seguir esperando por él cuando la vida es tan corta y hay tantas cosas maravillosas por las que vale la pena vivir.

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Me mueve, me entristece, me hace llorar por algunos días, pero hay algo en mí que me mueve mucho más fuertemente: quiero hacer millones de cosas. Tengo muchos sueños, metas y ambiciones y no quiero volver a detenerme por nadie.

Recién llegada a México, busqué respuestas y empecé a ir a Al anon. Me gustó mucho la filosofía y cómo Dios se manifestaba en las palabras de mis compañeras, pero no es mi lugar tampoco. Yo no quiero seguir comprendiendo una enfermedad que nos ha afectado tanto como familia, ni tener lástima por alguien que no quiere tener una vida mejor.

Aun así siento que Al anon me ayudó a desprenderme de la culpa por haber partido y haber regresado a mi. Me ayudó también a comprender que aún cuando el alcoholismo es una terrible enfermedad que no tiene cura, si existe una solución que se da día por día. Sin embargo, tontamente pensé que si yo cambiaba y lo comprendía mejor, mi pareja iba a cambiar también. Tal vez en algunos casos se pueda dar, pero nosotros estamos tan lejos tanto en kilómetros como en ambiciones, metas y forma de vida.

A veces, lo envidio un poco, porque él puede evadirse de alguna manera, pero cuando oigo su voz, su tristeza y su falta de esperanza, me doy cuenta de que estamos en momentos y lugares tan diferentes.

Yo estoy rodeada de amor y la atención de mis hijas que me necesitan y me dan muchísimos momentos de felicidad. Yo no estoy sola, aun cuando me siento así muchas veces.

La vida se va acomodando tanto como tú se lo permitas y hoy estoy dejando que ella se acomode y me de maravillosas sorpresas. No todo es perfecto, ni buenísimo, pero día a día me voy recobrando a mí misma y encuentro que soy genial. Tengo muchas virtudes, fortalezas y también defectos que me hacen ser una persona completa e interesante.

Quisiera que él encontrara su camino, pero no depende de mi. Solo mi vida y la de mis hijas, que mientras sean pequeñas, también dependen de mi.

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Extraño sus dulces palabras que cada vez son menos frecuentes. Extraño su voz alegre, su risa y su piel deliciosa, pero la vida sigue corriendo y el libro no ha dejado de escribirse, pero ya no es el mismo.

El fin de semana, él me decía que nunca iba a ser lo mismo entre nosotros. Eso espero porque yo no soy la misma, ni él es el mismo. Éste es otro libro, con otro cuento diferente que tal vez nos toca escribir separados. Tal vez serán dos libros diferentes con historias individuales que solo colindarán en nuestra hija.

Espero que estos nuevos libros sean de esos con finales felices donde la princesa vive feliz para siempre.