Pre-cumpleaños por Laura Zita

Patrioterías

Dentro de algunos días es mi cumpleaños número 39 y me viene a la mente la frase: “Renovarse o morir”. Para mucha gente el cumpleaños puede ser una fecha un tanto aterradora. Muchos hacen un recuento de lo que ha sido el año, otros tantos se dan cuenta de que los años de juventud se alejan, otros piensan en la muerte, etc.

Soy la más pequeña de 3 hermanas. Mis hermanas me llevan muchos años y cuando yo era niña, ellas ya trabajaban y me hacían las mejores y más especiales fiestas de cumpleaños. Mi aniversario está muy cerca de Halloween, así que el tema de la fiesta era bastante fácil y obvio. Decoraban toda la casa, hacían postres, comida llamativa y organizaban juegos y actividades. Ese día invitaba a todos mis compañeros del salón que eran casi 60 niños y niñas, quienes llegaban disfrazados de monstruos, vampiros, brujas, artistas, etc.

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Durante los días previos a mi fiesta me volvía la chica más popular de mi grupo, ya que era la única que hacía una fiesta grande donde todos estaban invitados. La mayoría de mis compañeros tenían pequeñas fiesta unisex. Así que mi cumpleaños se volvía sensacional porque podían ir niños y niñas. También la fiesta duraba muchas horas, desde la hora de la comida hasta casi las 10 de la noche. Y en esas horas bailábamos, reíamos, comíamos cosas ricas, jugábamos semana inglesa, entre otros juegos.

Mi parte favorita era cuando abría mis regalos de cumpleaños casi al final de la fiesta con algunos invitados que se quedaban para acompañarme en ese momento especial.

Mi mamá siempre fue muy especial con respecto al orden de la casa, así que justo después de abrir los regalos teníamos que recoger la casa, tirar toda la basura y dejar la sala impecable. Todavía tengo el hábito de dejar la sala limpia antes de acostarme, aun después de una larga fiesta.

Cuando llegué a la adolescencia, las fiestas eran más complicadas. Los adolescentes no se quedan quietos en un solo lugar y es más difícil tenerlos divertidos. Mi última fiesta fue cuando cumplí 15 años. No sé bien de donde salió tanta gente, pero hubo un momento en el que sentí que había más desconocidos que conocidos. De todas maneras fue un gran momento y justo después de esa fiesta me dieron mi primer beso.

Por muchos años, dejé de hacer fiestas y muchos otros me sentí un poco sola durante mi cumpleaños. Me imagino que estaba acostumbrada a que me festejaran y nunca aprendí bien como darme gusto yo sola. Algunos años pasé mis aniversarios solo con mi pareja o en alguna comida familiar.

Uno de mis mejores cumpleaños lo pasé abrazada al chico que me gustaba. Solo hicimos eso: abrazarnos por horas mientras se acercaba el momento de despedirnos. En ese momento no sabía que iba a ser la última vez que nos veíamos. Sino lo hubiera abrazado con más fuerza para no dejarlo ir.

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Después de varios festejos tristes y vacíos, un día me di cuenta de que era MI cumpleaños y que no tenía porque dejarle la responsabilidad a los otros de hacerme un día especial. Así que desde entonces festejo diferente.

Generalmente invito a mis amigos más cercanos a un bar que me guste mucho ese año, llevo mi pastel favorito, me arreglo y decido que me la voy a pasar increíble pase lo que pase. Y de verdad que han pasado cosas: un año el chico que me gustaba se hizo novio de otra justamente frente a mi cara, otro año me detuvo la policía por conducir sin luces, otro año una invitada se puso borrachísima y mis amigas y yo la tuvimos que sacar del baño cargando, entre otras tantas sorpresas de cumpleaños que he tenido.

Otra de mis reglas básicas de cumpleaños es hacerme un súper regalo. Elijo algo que me encante y que no sea en lo absoluto útil y sea solo para mí. Puede ser desde una bolsa (que me encantan), zapatos o mejor aun algo electrónico, como una cámara, un celular, etc. Voy a la tienda, lo compro con paciencia y hago que me lo envuelvan para regalo y lo abro justamente el día de mi cumpleaños. Es todo un ritual que me hace muy feliz.

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Este año, quiero una fiesta de disfraces. No tengo muchos amigos, pero los más cercanos y queridos han sido invitados. Aquí yace mi última regla de cumpleaños. El que llegue es porque tenía que llegar y él que no, no afecta mi día. Así sean dos personas o diez o mil. Mi alegría no está en el número sino en la sensación de bienestar y amor que me dan mis amigos y mi familia.

Este año estoy muy emocionada porque quiero una fiesta de disfraces, así como cuando era niña. Hace años que no abro mi casa para una fiesta y éste es un año especial después de haber regresado de “Siempre nublado” y con esta nueva sensación de pertenencia.

Todavía no sé que me voy a regalar, estoy un poco dudosa, pero por lo pronto tengo listo mi primer regalo de pre-cumpleaños; voy a ir con mi hermana y mi hija al concierto de Babasonicos y los Amigos Invisibles.

Ya estoy organizando la fiesta y espero que este año que viene sea aun mejor que el que está por terminar. Y pues a renovarse o morir que la vida cada día es más corta.

Nostalgia por Laura Zita

«Patrioterías»

Nostalgia

Por: Laura Zita

Esta semana es el aniversario de la ciudad de Querétaro. Hace 481 años se fundó la hermosa ciudad que da cobijo a mi familia y amigos. Muero de la nostalgia y las ganas de estar allá. Extraño sus calles, su ruido, la gente que vende cosas en las plazas, los colores y los sabores de mi Querétaro.

Hoy las patrioterías me han dado en la nostalgia. Recuerdo tantas cosas de mi pueblo. Es increíble como la memoria no alcanza para guardar todos los olores, colores, sensaciones y sentimientos que te da el lugar que alguna vez llamaste hogar.

Desde la distancia, extraño tanto a mi gente, sus sonrisas, sus voces y quisiera solamente poderlos abrazar y saber que todo estará bien. En los países europeos la gente tiene otra manera de relacionarse. Extraño los abrazos. Extraño las parientes metiches, las amigas que brindan su confianza y su mano para poder ayudarte.

Aun cuando sé bien que estoy viviendo en un país con mayor seguridad, con sistemas educativos y de salud mucho mejor desarrollados y con gobiernos que se preocupan más por su población, es verdaderamente difícil olvidar como son las tardes en Querétaro. Como el sol se oculta dejando un halo de luz naranja, rosa, morado que se va volviendo poco a poco un azul oscuro que termina en noche.

Aun cuando sé que mis hijas crecerán con mayor libertad y que no escucharán balaceras ni estaré preocupada porque las detengan en un retén, sigo pensando también que crecerán en un país individualista donde la gente poco le preocupa lo que le sucede al vecino.

Estoy en esos puntos en la vida en la que quiero todo. Quisiera que mi México fuera más seguro, quisiera que tuviera mejores escuelas, mejores gobernantes, mejores planes de salud, más empleos, mejores pagados, mejores programas de capacitación y bienestar. Tenemos los mejores paisajes, la mejor comida, las más bellas playas, los colores más vivos y los aromas más deliciosos. Solo nos falta una buena cabeza para gobernar. Políticos con buenas intenciones y planes bien pensados.

¡México sigue despierto!

No dejes que la ambición de unos se lleve al país entero al hoyo.

Yo como muchos otros mexicanos que estamos lejos, quisiéramos regresar y poder mostrarle a nuestros hijos como es el México que tanto presumimos, añoramos y tenemos grabado en nuestra memoria.