3 deliciosas ideas para el lunch escolar

Por: Gabriela Gaona Villarreal / Salud180.com

El lunch escolar es una pequeña comida que se ingiere a media mañana después del desayuno. La función de este alimento es dar energía y reponer fuerzas para obtener mayor rendimiento escolar.

El lunch aporta glucosa, que es el principal combustible del cerebro y es necesaria para los procesos mentales que ocurren en el aprendizaje. El consumo del refrigerio en la escuela también ayuda al desarrollo psicosocial del niño al ser un momento en el que puede socializar y compartir con otros niños.

Los expertos recomiendan que este tiempo de comida aporte entre 10 y 15% de la ingesta diaria de energía y nunca debe sustituir al desayuno. Las cantidades deben ser diferentes de acuerdo a la edad, sin embargo, la calidad y la variedad deben ser las mismas.

Algunas características del lunch son:

• Práctico

• Creativo

• Que le guste al niño

• Variado

Lunch 1

½ taza de yogur con fruta

1 barra de cereal

½ taza de zanahorias baby

Agua natural

Total: 264 Calorías

Lunch 2

1 plátano

½ taza de ensalada de atún (atún, jitomate, lechuga, granos de elote, mayonesa, jugo de limón)

5 galletas integrales

Agua natural

Total: 215 Calorías

Lunch 3

1 taza de ensalada bicolor (cubitos de queso panela y jitomate)

12 uvas

1 tostada de maíz horneada

Agua natural

Total: 210 Calorías

Los especialistas recomiendan utilizar poca mayonesa y una vez a la semana ofrecer agua de limón, jamaica o frutas con poca azúcar. ¡Buen provecho!

Fuerza por Elena Savalza

Elena Savalza / Mujeres adictas a los monstruos

En unos días será el “Día Internacional de la Lucha contra la Violencia hacia la Mujer”. Es curioso, porque hace tiempo que, de cuando en cuando, toco en este espacio y en otros, el tema de la violencia de género. Sin embargo, hace unas semanas, por primera vez a mis 30 años, tuve que vivirlo en carne propia…

Desafortunadamente, puse mi confianza y mi cariño en una persona que dijo quererme también y no vi las señales que me alertaron desde hace mucho tiempo que mi “relación” era peligrosa, adictiva y enfermiza. Me escudé por ratos en la comodidad de tener quien llenara mis huecos, tanto físicos como emocionales; hasta creí que era amor, porque se le parecía mucho. Y no, no soy la víctima por completo, porque decidí estar con él, a pesar de saber que él estaba aún en otra relación y hasta arrastrando un proceso de divorcio que parece no tener fin.

Pero una madrugada, después de una fiesta agradable y de convivir armónicamente con varios amigos, el lobo con piel de oveja enseñó la verdadera personalidad. Con toda la incredulidad, coraje, tristeza y frustración que esto me genera ahora, fui incapaz de defenderme ante un tipo que agredió mi intimidad de una manera tan baja que me cuesta trabajo describirla gráficamente, incluso a mí, para quien las palabras jamás me han significado un problema.

Por días me alejé, me encerré y traté de no contar lo sucedido (sí, fue precisamente ese “día cero” del que hablo en mi entrada anterior). Decidí erróneamente que tenía muy pocos elementos para denunciar, ya que la gente que me vio esa noche con él sabía que estaba allí por mi voluntad, él era lo más parecido que tenía a una pareja y yo no tenía ningún rasguño, ni rastro de violencia física, así que pensé que sería inútil y que nadie me creería la forma en la que me agredió sexual y psicológicamente. Me escudé en mi trabajo, en mis estudios y en mis amigos. Sonreía de día, mientras por dentro me sentía como muerta. En las noches, al llegar a casa, repasaba uno a uno los minutos que duró la pesadilla intentando encontrar alguna explicación lógica a su comportamiento, pero sobre todo, tratando de encontrar un momento en el que pude haber actuado, las cosas que pude haber hecho para evitar que sucediera y toda esa clase de pensamientos ociosos que no te llevan a nada, pero que generan la suficiente angustia y devastación como para impedir conciliar el sueño. Me costaba aún creer que él, todo guapo y de ojos bonitos, todo lindo y encantador, todo dulzura y voz tierna, hubiese sido capaz de realizar algo tan vil.

En ese inter tuve la mala fortuna de coincidir con él en el edificio donde trabaja, puesto que visito un cliente allí, así que tuve que disimular el ataque de pánico y mi coraje al verlo. En una de esas ocasiones hablé con él y, como era lógico, se disculpó y pidió volver a mi vida “como antes” y dijo no querer alejarse de mí. Dijo que me quería, dijo que yo exageraba, que me hacía la víctima y minimizó mi dolor y mi coraje. Yo sólo pedí que se alejara, pedí que me dejara tranquila y que no volviera a buscarme.

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