Las cabezas van cayendo por Laura Zita

«Patrioterías»

Las cabezas van cayendo

Por: Laura Zita

Con las nuevas tecnologías de la información, la facilidad que tiene cualquiera para encontrar información en Internet y con los miles de cibercafés que hay en México, no entiendo como el gobierno actual se atreve a querer censurar los medios de comunicación tradicionales.

El gobierno actual es un término totalmente ambiguo. Hasta donde yo sé Felipe Calderón sigue siendo presidente de México, todavía no se entrega el poder al PRI, pero aún así ya se están tomando medidas desde ahorita para favorecer a un presidente que no está oficialmente en el poder aun.

Las marchas siguen, las protestas no se han callado, México no se ha conformado con el presidente que nos quieren imponer. Estoy de acuerdo con los miles que dicen que se debe respetar su derecho y su libertad de haber votado por Peña Nieto, pero de la misma manera se debe respetar a quienes no lo hicieron y representan la gran mayoría de votantes de nuestro país.

Hace unos días hablaba con mi mejor amiga que vive en el Estado de México y me comentaba que lo más triste de estas elecciones no solo es que el PRI haya “ganado”, lo más triste es que la gente de verdad estaba emocionada y participando en el proceso electoral como nunca y hoy se sienten frustrados, engañados y traicionados.

Desde este lugar del mundo, yo también me siento defraudada y sorprendida. Me horroriza como están cayendo poco a poco los periodistas que no comparten la ideología del combo PAN-PRI. Antes de las elecciones, Carmen Aristegui fue despedida por decir cosas que no debía. Hace unas semanas, Pedro Ferriz de Con se retira y antier John Ackerman renuncia por no estar de acuerdo con la política de MVS.

México es uno de los países con los mayores índices de asesinatos a periodistas. Estas grandes figuras de la locución y el periodismo se pueden dar el lujo de renunciar, cambiar de medio y seguir comunicando, pero existen muchos periodistas no tan conocidos que “desaparecen” por hacer comentarios inconvenientes, por perseguir a los “intocables” y sacar los trapitos al sol de algún político corrupto.

Nuestro país no puede seguir así. Cerremos los ojos a los medios de comunicación tradicionales que solo nos quieren engañar, que nos muestran solo la realidad que quieren que nos traguemos y que se deshacen de los periodistas y comunicadores que no quieren entrarle a su política de engaño y manipulación.

Las verdades y la suciedad seguirán saliendo a la luz mientras existan medios alternativos que no tengan miedo ni a las ventas, ni a los contratos millonarios, ni a las alianzas, ni a los premios que ofrecen los políticos por enaltecerlos, ni a las amenazas de los grupos de ignorantes que quieren que nuestro país se sumerja en el oscurantismo que sufrimos durante el gobierno del PRI.

México, recuerda como durante el largo régimen del PRI, los medios de comunicación eran solo un escaparate de las “maravillas” del presidente y su gobierno y de pequeños entretenimientos para el pueblo. Solo se decía lo que aprobaba el gobierno, no existía la menor oportunidad de libre expresión y los lideres de opinión, como se les llamaba, cumplían con su labor de aleccionar a la población sobre su papel pasivo en las decisiones del país.

México ha despertado y no puede dormirse de nuevo. Hoy sabemos que nuestra voz vale, que es NUESTRO país y que es una vergüenza tanto quedarse callados como dejar que otros decidan por nosotros.

Con la misma energía que fuiste a votar, defiende tu derecho a NO estar de acuerdo. ¡Di NO a los medios de comunicación engañosos y ciérrales la entrada a tu casa, a tu coche y a tu vida!

 

La enfermedad por Laura Zita

«Patrioterias»

La enfermedad…

Por: Laura Zita

Pasan los días y sale más basura de la cloaca electoral. Unos dicen, otros se defienden, el IFE se lava las manos y las autoridades dan tiempos de espera eternos para analizar los casos de fraude. La coerción al voto no puede ser probada, dicen. Eso me recuerda tanto los casos de mujeres violadas que ellas mismas son las que tienen que probar que fueron violadas, mientras que los violadores restan inocentes hasta que no se compruebe lo contrario.

El sistema sigue favoreciendo a la impunidad y fomenta que la población pierda el interés por defender sus derechos por hastío. Desde acá y a través de las redes sociales solo leo enojo, tristeza y algo de resignación. La gente comienza a cansarse de no ser escuchada. Los más valientes siguen exhortando a sus conocidos a participar en las marchas y las protestas. Los más conformistas, como siempre, se adaptan. Ellos son los más cansados, los más desesperados, pero se esconden tras la indiferencia. Critican a los “quejosos”, los consideran “nacos, argüenderos y escandalosos” y quisieran ocultarlos, esconderlos para que no los hagan sentir cobardes.

México sigue despertando y eso le da miedo a los conformistas, les da terror a los corruptos y a los que siempre han tenido el poder. México quiere ser escuchado y esta necesidad se está contagiando como una enfermedad. Primero, les dio a los jóvenes y los estudiantes, luego a los intelectuales y los políticos de café y poco a poco se ha estado regando en la población mexicana que no soporta más el hambre, la injusticia y la falta de oportunidades.

Esta enfermedad, llamada patriotismo, está encendiendo los corazones, está abriendo los ojos, y peor aún, está creando consciencia cívica entre la población.

Los infectados se están dando cuenta de las mentiras, como si una venda cayera de sus ojos y por primera vez pudieran ver claramente. También los hace gritar a los cuatro vientos su descontento y los lleva a las calles a protestar en contra de la impunidad, la corrupción y el abuso de poder.

Los conformistas están buscando una vacuna que logre curar a los enfermos de patriotismo. Los conformistas ven su propia extinción en manos de los infectados y tienen tanto miedo al cambio que se escudan en él para criticar a los que dejaron de vivir en las tinieblas.

Los infectados hinchan las calles con coloridas pancartas, con fuertes voces que claman justicia, paz y legalidad y se siguen contagiando unos a otros con nuevas ideas y nuevas propuestas, sin rendirse.

La enfermedad de patriotismo ha llegado a nuestro país y también nos ha contagiado a los mexicanos que vivimos fuera de nuestra tierra. No queremos seguir dormidos. Queremos tener el México que soñamos, ese que tiene los más majestuosos paisajes, recursos naturales ilimitados, gente trabajadora y alegre que vive para su familia.

Así, yo te invito a contagiarte de la enfermedad del patriotismo, contágiate y contagia a quienes están a tu alrededor y llevemos a México al camino del bienestar y del crecimiento.