¿Cómo saber si una noticia es verdadera? por Laura Zita

PATRIOTERÍAS

¿CÓMO SABER SI UNA NOTICIA ES VERDADERA?

Por: Laura Zita

24/marzo/2015 Querétaro, (LF) Me tiene impresionada la cantidad de “portales de noticias” falsos que existen en la red. Casi todos los días alguien en mi grupo de conocidos en Facebook publica una noticia falsa y se hace un pequeño revuelo de comentarios sobre la veracidad de la nota.

Me gustaría en esta columna darles algunas pistas de cómo saber si la noticia es verdadera o falsa antes de alarmarse o compartirla en redes sociales. Cualquiera en internet puede publicar lo que quiera. ¿Cómo podemos saber si es verdad o no?

En primer lugar, tenemos que revisar la página de donde viene la noticia. Muchas veces estas páginas falsas utilizan nombres conocidos para engañarnos, tales como: noticias UNAM, proceso mx, primer impacto, noticias MBS, etc.

Una de las principales características que tienen estas páginas es que sus noticas no están firmadas, ni tienen fecha. No hay un autor, ni una agencia que se responsabilice de la información.

Hay páginas que continuamente están matando celebridades. Si todas las noticias de la portada son de artistas y políticos muertos no es cierto lo que están publicando. A no ser que se tratase de una página de esquelas.

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Por otra parte, existen páginas como El Deforma que deliberadamente se burlan de las noticias, sin embargo estas páginas indican en su contenido que son bromas, ya que no tratan de desorientar al lector sino solo quieren hacerlo reír.

Si tú crees que la noticia es demasiado buena para ser verdad o algo te dice que no es cierto, probablemente tengas razón. Una manera sencilla de detectar estas mentiras es consultar a través de la sección de noticias de cualquier buscador como google, yahoo o bing. Solo introduce el tema en el buscador y en lugar de darle click en el espacio de buscar, presiona el botón de noticias y ahí encontrarás otras publicaciones en las que confirmarán la noticia o definitivamente no habrá nada de información sobre eso.

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Nuevamente te repito, en internet, cualquiera puede abrir una página, hacerla parecer real y publicar cualquier cosa que le pase por la mente. ¿Para qué existen estas páginas?

En primer instancia, te podría decir que para tener muchas visitas y que en una de esas piques su publicidad. Así estas páginas se mantienen, por los anuncios comerciales que llegues a visitar mientras estés en ellas. 

No te dejes engañar y no compartas esta clase de desinformación.

Desgraciadamente, estas páginas apelan a la inocencia y buena voluntad de la gente que es activa en las redes sociales. Otra gran desventaja que tienen es que muchas de estas páginas tienen tanto virus como mecanismos de robo de identidad.  Apelan al morbo por medio de noticias escandalosas, nota roja, muerte de celebridades, actos violentos, pornografía oculta, etc. y cuando compartimos estas notas o nos damos de alta en redes sociales para poder ver el contenido, estas páginas se empiezan a reproducir en los muros o en la bandeja de entrada de mensajes de nuestros amigos como información que nosotros mismos estamos enviando.

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Nunca introduzcas ni tu cuenta de Facebook, Twitter, correo electrónico, número de celular y mucho menos tus datos bancarios para acceder a ningún tipo de información que no hayas comprobado en un buscador que es real. Y para hacer el cuento más corto, ninguna publicación seria te va a pedir esos datos, más que para hacer una suscripción o para enviarte más información por medio de tu correo electrónico a través de su sistema de RSS.

Simplemente amigos por Elena Savalza

Durante el ciclo de la vida, ninguna transición es sencilla. El pasar de bebé a infante, de niña a adolescente, de joven a adulto, de estudiante a profesionista, de soltera a casada, de casada a divorciada y tantos otros cambios que sufrimos en la vida supone siempre en nosotros cierto periodo de estrés y de adaptación. Incluso hay algunas chicas (¡no entiendo por qué!) a las que el simple hecho de cortarse el cabello o cambiarse el color, las llena de ansiedad.

El final de una historia, necesariamente marca el inicio de otra. Así es la vida, todo pasa, todo cambia y todo termina, muchas veces no sabemos a dónde nos puede llevar y las relaciones amorosas no son una excepción. Hoy quiero referirme específicamente a uno de los grandes dilemas de cuando una historia amorosa se termina: ¿ser o no ser… amiga de mi ex? De primera instancia, quizá muchas de ustedes estén pensando que enloquecí. Tranquilas: les aseguro que todo esto tiene una razón…

Ya les he contado que, por mi trabajo, de pronto debo hacer alguno que otro viajecito corto a algunas ciudades de nuestro país; pues bien, hace unas semanas tuve la fortuna, el privilegio y la gran dicha (sin exagerar) de estar en el hermosísimo Puerto de Veracruz. Mis días allá fueron agitados en cuanto a trabajo, pero también gratificantes y divertidos en el terreno personal. Estaba completamente feliz, compartiendo en Twitter y en Facebook toda la belleza y el folclore de las tradiciones de Veracruz, así como presumiendo de uno que otro platillo típico que me tocó comer de la vasta y deliciosa gastronomía jarocha (para quienes me hacen el favor de leerme fuera de México, la palabra “jarocho” se utiliza para nombrar a las personas originarias del Estado de Veracruz), cuando mi estatus recibe un “like” en particular: era él.

Había estado “saliendo”, por llamarlo de alguna forma, con un chico con el cual la relación había sufrido muchas altas, pero más bajas. A pesar de eso, debo reconocer que compartíamos muy buenos momentos juntos y que despertar con él de cuando en cuando me hacía mantener una sonrisa durante todo el día. Durante algunos meses me sentí enamorada de él, aunque estuve siempre consciente de lo poco probable que era que “lo nuestro” pasara a ser algo más serio, porque ni mis condiciones actuales ni las suyas se ajustaban al escenario ideal para sostener una relación formal. Aún así, era bonito saber que él estaba allí, a sólo unos pasos y siempre dispuesto a escucharme, consentirme y apapacharme…

Estaba terminando mi segundo día de actividades, llegando a mi cuarto de hotel, cuando veo su “like”. Hasta entonces caí en la cuenta de algo que me heló más que el viento del norte: si no es por esa “señal de vida” y esa muestra de que, a la distancia, él estaba pensando de alguna forma en mí, yo me habría olvidado de recordarlo. Este viaje no era como en los tantos otros en los que, alejarme, irremediablemente iba de la mano con extrañarlo. Tuve que ir hasta el otro océano para darme cuenta de algo que no había querido admitir: ya no lo extrañaba…

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