Gritos en la noche por Laura Zita

Patrioterías

El fin de semana, mi adorada hija adolescente fue atacada por dos tipos a unas cuadras de mi casa. Inocentemente, salió porque a su novio se le olvidaron las llaves y corrió a alcanzarlo. No lo alcanzó, pero dos tipos que estaban en la oscuridad la agarraron por detrás y la toconearon. Como ella no se dejaba le golpearon la cara mientras le gritaban groserías. Nadie salió. Ella gritaba: mamá y nadie salió.

gritoEn un momento, se le ocurrió gritar: fuego y los tipos la soltaron. Corrió a casa con el miedo, los golpes y la pérdida de la confianza en el ser humano.

¿Qué demonios pasa con la gente?

Todos los días escuchamos como en el mundo entero las mujeres y los niños son ultrajados, golpeados y asesinados solo por ser más débiles e indefensos. Los gobiernos están preocupadísimos por sus crisis monetarias, por los matrimonios homosexuales, por discriminar, por ganar más dinero, por cualquier tontería, pero nadie se ocupa de la gente realmente. Los valores se pierden y la violencia está creciendo cada día con más rapidez.

Mi hija corrió con suerte a pesar de los golpes y el abuso, pero ¿cuántas chicas no tienen la misma suerte?

¿Cuántas madres estarán hoy llorando porque sus hijas no regresaron nunca a casa?

Desaparecidas-2No levantamos una denuncia porque ya era suficiente con la violencia que había vivido y no la quise hacer pasar por el escrutinio de la policía que la iba a querer encuerar para ver sus heridas y no quería que ella fuera víctima una vez más.

Desgraciadamente, tampoco existe una gran confianza en la ley ni en quienes deben protegernos.

Toda la familia nos hemos sentido tan impotentes al no haberla podido proteger ni tener hoy una solución. Quisiéramos salirnos a cazar a esos desgraciados, pero mi hija no vio a quienes la atacaron. Los desgraciados se cubrieron por la oscuridad y hoy estarán viviendo sus miserables vidas como si nada.

La solución no está tampoco en tomar la justicia por la propia mano, pero no puedo explicar la desesperación que me da tener que vivir en un mundo en que los hombres se creen con el derecho de violentar, abusar, golpear y ofender a las mujeres.

No es solo México, en todas partes está sucediendo esto. No es nuevo, desde siempre las mujeres tenemos que cuidarnos más para evitar y tratar de prevenir que nos hagan daño.

No salgas con ropa provocativa. No contestes. No te expongas. Son los consejos para “evitar” que te pase algo malo.

Aun así sucede.

No por usar una falda más corta o más larga vas a evitar que un tipo se sienta con el derecho de decirte con todas las palabras lo que en su mente sucia te quiere hacer.

010tortita1notaUna de cada 4 mujeres ha sufrido de algún tipo de violencia sexual, desde una nalgada en la calle hasta una violación.

La solución no son las faldas largas, ni quedarte en tu casa, ni meterte debajo de la cama.

La solución somos nosotros: la sociedad.

Nadie salió. Mi hija se volteaba en gritos y nadie salió.

Nos hacemos ciegos y sordos por miedo, pero ¿qué pueden hacer dos tipitos ante un grupo de vecinos enojados y dispuestos a protegerse?

Odio vivir en el miedo y no puedo hacerme de la vista gorda cuando alguien está siendo atacado o robado.

Hoy fue mi hija, pero mañana puede ser tu hija, tu hermana, tu madre. Nadie está exento. Sobre todo, si seguimos pensando que porque salió de noche se lo merece, si usa ropa provocativa lo está buscando, si es simpática o coqueta seguramente quiere que la violen.

Las mujeres tenemos todo el derecho de hacer lo que nos plazca sin sentir que por eso debemos ser castigadas. Las mujeres también debemos educar mejores hombres, que respeten y amen a las mujeres. Que vean en cada una a una madre, a una hermana, a una hija.

No sé que hacer para que la gente entienda. Quisiera salir de casa en casa para decirle a la gente que cuide a sus mujeres, que salgan cuando una chiquita grita que le están haciendo daño y que eviten que estos malnacidos lo vuelvan a hacer con otra pequeña.

La enfermedad por Laura Zita

«Patrioterias»

La enfermedad…

Por: Laura Zita

Pasan los días y sale más basura de la cloaca electoral. Unos dicen, otros se defienden, el IFE se lava las manos y las autoridades dan tiempos de espera eternos para analizar los casos de fraude. La coerción al voto no puede ser probada, dicen. Eso me recuerda tanto los casos de mujeres violadas que ellas mismas son las que tienen que probar que fueron violadas, mientras que los violadores restan inocentes hasta que no se compruebe lo contrario.

El sistema sigue favoreciendo a la impunidad y fomenta que la población pierda el interés por defender sus derechos por hastío. Desde acá y a través de las redes sociales solo leo enojo, tristeza y algo de resignación. La gente comienza a cansarse de no ser escuchada. Los más valientes siguen exhortando a sus conocidos a participar en las marchas y las protestas. Los más conformistas, como siempre, se adaptan. Ellos son los más cansados, los más desesperados, pero se esconden tras la indiferencia. Critican a los “quejosos”, los consideran “nacos, argüenderos y escandalosos” y quisieran ocultarlos, esconderlos para que no los hagan sentir cobardes.

México sigue despertando y eso le da miedo a los conformistas, les da terror a los corruptos y a los que siempre han tenido el poder. México quiere ser escuchado y esta necesidad se está contagiando como una enfermedad. Primero, les dio a los jóvenes y los estudiantes, luego a los intelectuales y los políticos de café y poco a poco se ha estado regando en la población mexicana que no soporta más el hambre, la injusticia y la falta de oportunidades.

Esta enfermedad, llamada patriotismo, está encendiendo los corazones, está abriendo los ojos, y peor aún, está creando consciencia cívica entre la población.

Los infectados se están dando cuenta de las mentiras, como si una venda cayera de sus ojos y por primera vez pudieran ver claramente. También los hace gritar a los cuatro vientos su descontento y los lleva a las calles a protestar en contra de la impunidad, la corrupción y el abuso de poder.

Los conformistas están buscando una vacuna que logre curar a los enfermos de patriotismo. Los conformistas ven su propia extinción en manos de los infectados y tienen tanto miedo al cambio que se escudan en él para criticar a los que dejaron de vivir en las tinieblas.

Los infectados hinchan las calles con coloridas pancartas, con fuertes voces que claman justicia, paz y legalidad y se siguen contagiando unos a otros con nuevas ideas y nuevas propuestas, sin rendirse.

La enfermedad de patriotismo ha llegado a nuestro país y también nos ha contagiado a los mexicanos que vivimos fuera de nuestra tierra. No queremos seguir dormidos. Queremos tener el México que soñamos, ese que tiene los más majestuosos paisajes, recursos naturales ilimitados, gente trabajadora y alegre que vive para su familia.

Así, yo te invito a contagiarte de la enfermedad del patriotismo, contágiate y contagia a quienes están a tu alrededor y llevemos a México al camino del bienestar y del crecimiento.