Patrioterías | Primeros días del año
Vi pasar los días frente a la pantalla de mi computadora, como adolescente que ha perdido el amor y solo quiere hundirse en un profundo agujero y no volver a ver la luz. Por falta de vicios más divertidos, me puse a ver película tras película esperando que las imágenes y la historia de las mismas me ayudara a no pensar, a no recordar y a no sentir tanta tristeza por su partida.
Vi de todo: aventura, romance, caricaturas, drama, comedia, americano, francés… Ay, francés que me recordaba su dulce voz y su acento exótico y sensual…
Suelo divagar un poco en esa parte, pero lo evitaré por respeto a mis lectores.
El cine es maravilloso, puedes pasar de una historia de terror a una comedia ligera en unos minutos y si te comprometes de verdad con la película puedes viajar hasta los más lejanos rincones del mundo, de las emociones y de los sentimientos.
Viendo películas, el día es noche y la noche es día. No importa cuantos días han pasado, ni si te has levantado del sillón más que para comer algo y hacer del baño. El cine tiene esta maravillosa facultad de envolver tu mente y hacerte olvidar.
No sé tomar alcohol hasta lograr eso sin vomitar.
Y sigo de vacaciones, así que no hay una rutina que me jale, ni obligaciones que me llamen a la actividad.
Esta semana, me inventé algunas salidas con amigas y se siente bien. Después de como 10 películas, estoy lista para regresar a la vida. Aun cuando este frío hace que quiera estar en cama, viendo más y más historias que me hagan pensar en cosas que no me están ocurriendo a mí.
¿Qué me está ocurriendo a mí?
No mucho, solo mi amor acaba de partir de nuevo al trabajo, a regañadientes, sin mucho ánimo y del otro lado del mundo.
Yo estoy esperando que comience un nuevo semestre, las vacaciones se me hacen largas. Nunca me han gustado mucho, me gusta tener una rutina y caras nuevas que ver. Y por supuesto, me encanta cobrar un sueldo cada quincena. Por poco o mucho que sea, me siento feliz de ser productiva y poder decidir sobre mis gustos, pasatiempos e intereses.
Desde que regresamos de “Siempre nublado”, he encontrado una nueva fascinación por mi casa. Quiero arreglarle todo y hacerla cada día más cómoda y bonita. He ido poco a poco por falta de dinero, pero me gusta mucho como está quedando.
Ayer fui a ver una cocina integral, que es un mueble prefabricado que tiene cajones, una tarja para lavar los trastos y mucho espacio para guardar comida, platitos, cubiertos, etc.
Encontré una cocina que me enamoró. Es roja y no sé que traigo desde el año pasado con ese color, pero esa es la que quiero.
Hoy no tengo dinero, pero me gusta ponerme la meta y ver como se cumple pronto. Ya me vi, ya la vi también en mi casa y yo cocinando sobre ella. Este es el romance perfecto: mujer-cocina.
Me gusta estar emocionada con pequeñas metas y proyectos que puedo palpar.
También encontré mi curso ideal de diseño. Tampoco tengo dinero para pagarlo… pero ese nunca ha sido verdaderamente una de mis grandes preocupaciones. Lo quiero y lo voy a tomar.
El dinero va a llegar como llega siempre, cuando se necesita y para lo que se necesita.
Este año ha comenzado diferente a muchos otros, estoy llenita de amor, feliz por un nuevo comienzo, más confiada en mis recursos y habilidades y con metas pequeñas y grandes que me hacen sentir muy entusiasmada.
Otra vez siento que confío, solo confío sin dudar. En mi, en la vida, en el destino, en mi fuerza y el amor que tengo por familia y por las oportunidades que llegan día con día.
Hoy es un día extraordinario, lleno de fe y esperanza. Hoy lo quiero vivir así.