Cultura del hate

¿Te has dado cuenta que cada vez es mas difícil postear algo en redes sociales sin que alguien te agreda o te haga sentir mal? 

Eso es la cultura del hate. 

La pandemia nos hizo cada vez mas dependientes de las redes sociales para socializar, desgraciadamente mucha gente las usa para sacar sus frustraciones, falta de tolerancia y sobre todo su incapacidad de lidiar con las diferencias. 

En esta sesión, la comunicóloga Gilda Rios nos habla sobre este fenómeno y nos da una excelente idea para desarrollar habilidades de comunicación en casa con nuestros hijos. 

¡Esta historia te dará herramientas clave de comunicación!

No nací feminista

Estamos a unos días de la marcha y del paro. La agresiones siguen creciendo y necesitamos parar.
Las que van a ir a la marcha, irán, las que se van a quedar en casa en el paro se quedarán.
No vamos a cambiar la opinión de nadie peleando más.
De hecho, eso hace que ganemos más antipatía.
Como es bien sabido, las mujeres también somos parte de la estructura machista y muchas no lo van a aceptar nunca. Por costumbres, por hábitos, por los privilegios que eso les da, etc.
No vale la pena seguir discutiendo cuando el otro no quiere entender y no lo va a hacer a la fuerza ni por las estadísticas, ni por las fotos, ni por los hechos, solo no se les pega la gana.
Yo no nací feminista, los madrazos me fueron abriendo los ojos, me los rasgaron hasta las lágrimas y la impotencia me hizo que buscara algo más.
Yo también creía que debía tener un esposo que me cuidara, me mantuviera y me hiciera una «señora respetable», pero no me gustó el precio que tenía que pagar: silencio, humillaciones, maltrato, que mi opinión y hasta mis gustos fueran despreciados y mis sentimientos minimizados e ignorados.

Yo reventé cuando me vi totalmente vulnerable y a merced de los caprichos del otro. Cuando me pregunté si quería que mis hijas crecieran pensando que eso era normal. Cuando me cansé de vivir a través de los éxitos y el dinero de otro que solo me daba lo que le sobraba y que me violentaba cuando no pensaba igual que él.
Es muy difícil salir de una relación de abuso por muchísimas razones incluidas el que vas a estar sola defendiéndote y a tus hijos con uñas y dientes contra una sociedad que te dice que eliges mal, que no vas a poder sola, que le estás quitando el padre a tus hijos, que te vas morir de hambre y que es mejor estar casada que ser una vieja dejada.
Yo llegué a pensar que nunca iba a estar mejor, que era mejor callarse y fingir que no me estaba muriendo por dentro.
¿Cómo pude salir? dejando me la mierda me llenara los pulmones y no me dejara respirar, cuando acepté que ya no podía ni escuchar su voz sin tener ganas de vomitar y cuando acepté también que sentía mucho miedo de estar sola con él. Porque las mujeres callamos estos sentimientos, nos los tragamos y cuando nos damos cuenta el agua ya está hasta el cuello y parece que no hay vuelta atrás.
Siempre hay vuelta atrás.
Siempre deja secuelas.
Yo sigo tomando diez mil trabajos porque me da miedo morirme de hambre, porque siento que es verdad y que no la voy a hacer y que si me equivoco tan solo un poco todo se va a ir al carajo.
Tal vez nunca voy a superar todos los estragos del maltrato, pero no quiero que mis hijas pasen por esto y por eso yo si quiero marchar y quiero crear un impacto con mi silencio durante el paro.
Con la marcha y el paro las cosas no van a cambiar mágicamente y seguiremos siendo atacadas y tal vez hasta más brutalmente, pero creo que la mejor manera de responder es no peleando con los necios ni los sordos. Y si ves una pequeña, pequeñísima luz en alguien muéstrale como te sientes y que piensas, pero no es un trabajo fácil ni de un día.
Yo ya me cansé de estar defendiendo mi punto de vista, de que se burlen de cómo pienso y que mis propias congéneres piensen que eso no las toca a ellas. Hay gente que prefiere ser parte del sistema aunque este podrido y roto, pero gritándoles no voy a ganar nada.
Marcha si quieres, si no quieres no. Para si quieres, sino no.
A partir de hoy, no escucho lo que no quiero y no me voy a enfrascar más en peleas estériles.
Tu tienes tu historia, yo la mía. Y la mía me pide que luche también por tu futuro, sin agradecimientos, ni soberbia, solo pensando que estoy luchando por un mundo mejor.