Estaba en la oficina, así que mis compañeras notaron que algo no estaba bien. Llamaron a mi jefe y cuando menos lo esperé yo iba camino al servicio de urgencias. Junto a mí, la hermana de mi jefe (Médico) preguntando mis síntomas y desde cuándo estaba sucediéndome. Al responderle con precisión todo lo que me estaba preguntando, sólo pude ver el reflejo de mi rostro en la mirada asustada de mi jefe por el retrovisor, mientras yo hacía un esfuerzo por no romper en llanto con la pregunta que me soltó: “tienes todos los síntomas de un aborto en evolución… ¿sabes si estás embarazada?”.
No supe qué decir. En mi interior hacía cuentas y trataba de recordar mis posibilidades reales de que el embarazo fuera una opción, descartándolo con todas mis fuerzas y toda mi lógica, mientras la hermana de mi jefe me decía que no me preocupara, que lo primero que debíamos asegurar era que yo estuviera bien y que después encontraría la forma de enfrentarlo. Parecía que ella estaba dando por hecho que el embarazo era real, lo cual, lejos de tranquilizarme, sólo lograba horrorizarme más.
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